dimarts, 1 de febrer del 2011

La violencia no es solo física

El juego democrático se basa en la libertad de opinión/pensamiento. Yo puedo criticar o aplaudir lo que sucede en mi entorno. El sujeto de mis críticas las debe aceptar como tal. Incluso puede rebatirlas o ignorarlas. Está en su derecho.
Intentar imponer estas ideas mediante la represión vía censura -si tuviera ese poder- o vía la violencia física está fuera de ese juego. Es una actitud antidemocrática y, sobre todo, ilegal (causa-efecto).
Por eso deberíamos evitar que se sucedan agresiones como la que sufrió un representante del BLOC en Mislata. ¿Qué sucede? Ah! ¿Que os pensábais que hablaba de la que recibió un consejero del PP en Murcia? También. Desgraciadamente, locos, agresivos, intolerantes y justicieros existen en todas las ideologías.Y en todos los casos debemos ser unánimes: la violencia no vale.

Se trata de gente que no se ha dado cuenta aún que sus argumentos impuestos mediante la violencia solo persistirán mientras esta dure, a no ser que aniquilen a su enemigo. Al Qaeda o los nazis lo intentaron. Afortunadamente sin éxito (aunque la primera amenaza siga latente). Pero desgraciadamente persisten lugares donde unos imponen su cosmovisión a otros mediante la violencia física: Irán, Marruecos, Corea del Norte...
La violencia no es una solución. Ni es justa ni necesaria.
Sin embargo, no hemos hablado todavía de la violencia no física. El refugio del poderoso hoy en día es esa violencia. Y la violencia física -tristemente- empieza a ser el único recurso que le queda al desvalido ciudadano para mantener un pulso con el poderoso. La desgracia es que esa violencia empeora la vida del que la ejerce frente al poder. Empeora la vida de su entorno y no consigue más que generar desolación, pobreza y más injusticia. De ahí que nunca se deba caer en la provocación y utilizar la violencia como respuesta. Argumentos fáciles de sostener en España hoy en día. Pero que tal vez cueste más en la Franja de Gaza o en Somalia. Sin duda, ese es el sendero peligroso de la violencia. Verla como el camino de la solución.
Un espejismo porque aquel que vence piensa que su acción violenta le ha sido provechosa. Pero el reguero de vidas truncadas que deja por el camino es un coste que nunca tiene final ni justificación. Y el vencido puede pensar que con más violencia conseguirá lo que el otro ha conseguido. Una espirarl sin final.
Pero me dirigía hacia la violencia no física.
Es aquella que manda a su casa a un padre de familia sin trabajo mientras financia con los impuestos de ese señor la recuperación de un sector, el bancario, que sigue forrándose.
Es aquella que permite a gente con mucho dinero blanquear su pasta en cuentas ocultas en Suiza cuando no lo hacen a través de negocios truculentos que matan: armas, drogas, prostitución.
Es aquella de los que malvenden bienes públicos para luego acabar trabajando de asesores adinerados en esas empresas mientras recortan los sueldos de trabajadores públicos cuyo único delito es el de tener una nómina  fija. O tiran a la calle a los currelas de esas empresas.
Es aquella de los que cometen delitos que prescriben gracias a sus hábiles y carísimos despachos de abogados.
¿Qué le parecería llegar a un restaurante donde le dijeran hoy el menú es arroz con bogavante y cuando llegase le sirvieran arroz con pollo cobrando lo mismo? Se indignaría y se negaría a pagar, ¿o no? Digo yo que algo violenta sería la situación. Entonces, ¿por qué un presidente autonómico o del gobierno no convocan elecciones si tienen que cambiar radicalmente el programa con el que se presentaron y les votamos? Obviamente hablo de los recortes. No recuerdo haberlos visto en ningún programa electoral hace 3 o 4 años.
Algo violento es. Aunque claro, aquí seguimos, pese a estar en una situación de crisis, en una zona privilegiada. Si vivieramos en el Golfo de Guinea y nuestra costa fuera un mar de residuos petrolíferos y nos encerraran o aniquilaran cada vez que nos quejáramos, quizás pensaríamos que la libertad de mercado es algo violenta. ¿No creen? O si nos llenaran el país de residuos informáticos diciendo que son equipos para segundo uso como sucede en Ghana, también nos podríamos sentir violentados, no?
Sin ir más lejos, en Bejís (donde se ubica Arteas) y la comarca del Alto Palancia puede sufrir una nueva acción de violencia no física. Una empresa quiere llegar, volar por los aires dos montañas (que secarán el principal afluente del Palancia y que amenazará a la embotelladora que da riqueza al pueblo), llevarse la arcilla por cuatro duros, llenar de camiones la comarca para dentro de 90 años "devolver" lo que quede a los propietarios. Incluso, con un poco de suerte irá con regalo (vertedero).
Da igual que los propietarios y los vecinos no quieran. Da igual que el ayuntamiento se oponga, incluso -sorpresa- la Diputación y la Generalitat. Da igual que amenacen un bien escasísimo en el País Valencià como es el agua. Da igual que afecte al paisaje, a bienes de interés cultural o a la naturaleza.
Hay una ley predemocrática llamada de minas que les da unos poderes inmensos. Una ley que nadie ha cambiado. Y que puede permitir que finalmente un juez decida qué hacer en una ponderación de intereses. Total, solo hay 450 personas censadas y en su mayor parte mayores de 60 años. Y un juez no es un funcionario público que ha aprobado un examen sino una figura inviolable que garantiza el funcionamiento del sistema. Pero claro, este abuso no es violencia.
Si no somos capaces de dotarnos los ciudadanos de instrumentos de lucha democrática frente a estos abusos, el infractor seguirá impune. Para los que se pregunten cómo luchar, les digo que participen. Insisto, utilizar la violencia no es justificable, no servirá para nada. Que no nos engañen los extremistas. Pero no consintamos que deslegitimen y diluyan en cortinas de humo nuestras protestas ante tantos abusos que siguen impunes (per secula seculorum).

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Abadia de Thuin