dimecres, 13 d’abril del 2011

Comiendo caviar con las manos (y en el suelo)

La metáfora es bonita. Tanto que una vez escrita observo que es una manera amable de llamar cerdos a los piratas. De piratas entendemos que son las personas que se descargan productos culturales en internet sin pagar. Los que abordan barcos, dirigen bancos, contaminan o lanzan bombas son otra cosa. Perdonad, no quería establecer comparaciones demagógicas que no sirven para nuestro objetivo: debatir sosegadamente sobre internet y cultura.

Esta mañana la SER ha debatido sobre la nueva Ley Sinde en Hoy por Hoy. Lamentablemente ha sucedido porque comentaban un informe sesgado (realizado por una parte interesada, la industria) en una tertulia donde todos los comentaristas tenían el mismo punto de vista. En definitiva, no había debate. Teniendo en cuenta que se supone que “el 90% de los productos culturales en internet son descargados ilegalmente”, digo yo que alguien debe haber que defienda estos “abusos”.
Lugares comunes en la discusión he visto unos cuantos. Quizás muy válidos todos ellos, pero no he encontrado referencias a ninguno de los que yo considero importantes. Dado que internet me da esta posibilidad, los expongo libremente:
No entiendo por qué compartir debe estar perseguido salvo que las normas las aplique el mercado y no las personas. Hasta la fecha, ningún librero ha puesto las manos en el cielo porque la gente comparta libros. Es algo habitual. Como antes era compartir películas o grabarse discos en cintas. Por no decir quedar a escuchar música en grupo. Hoy la gente hace lo mismo, salvo que por internet. Asusta porque los números aumentan, pero sigue siendo lo mismo y a mí no me parece mal.
No me parece mal porque es la mejor manera para difundir la cultura, para que la gente la consuma, para que la gente la conozca: yo voy a conciertos de esos artistas, a veces pago vinilos. Voy al cine todo lo que puedo, incluso alquilo DVD’s online. Hay más oferta y consumidores pagando que nunca.
Si hay un gran porcentaje de personas que no siguen este ejemplo es sencillamente porque no pueden pagarlo. En España cada vez somos más pobres. Si perseguimos la supuesta piratería de manera eficiente como se reclama, el consumo de cultura descenderá brutalmente y dudo que ascienda significativamente el mercado tal y como se conocía.
Esto me lleva a un segundo punto, internet no es gratis. Pagamos la tarifa más alta de Europa. No nos engañemos, la gente no paga por conectarse, paga porque espera acceder a unos contenidos que luego son gratis. Hay unas compañías que se están lucrando, véase Telefónica, por enchufarnos y no hacer nada más. Estas compañías que quieren cobrar a los que dan contenidos. Su punto de vista es que sin ellos no hay internet. No se dan cuenta que es al revés.
Mi conclusión es que las maneras de consumir cambian y los consumidores también. La cultura ha dejado de ser un producto (generalizando) y se ha convertido en un servicio. Las personas quieren pagar por recibir un servicio y luego decidir qué y cuándo lo consumen. Eso es lo que diferencia a la industria cultural de otras.
Post Scriptum: La industria cultural y sus apóstatas deberían reflexionar sobre su esencia y actuar en consecuencia. Si quieren ser industria que asuman las reglas del mercado. Si quieren ser cultura, que asuman que son un bien de interés general y acceso libre, como la sanidad.

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Abadia de Thuin